La especialista en cambio
climático y agrometeorología del INTA, Graciela Magrín, destacó que el girasol
ha obtenido mejores rendimientos en los años Niña. Si la temperatura del
Atlántico aumenta hacia enero, es probable que los rindes se vean afectados
positivamente. El manejo por ambientes fue otro de los puntos tratados para optimizar
el rendimiento del cultivo.
“A diferencia del maíz y de la
soja, en los años Niña, el girasol ha mostrado mejores rindes que en otros
momentos.” Esa fue la principal conclusión del Bloque 1 de disertaciones del 5º
Congreso Argentino de Girasol, que se desarrolla desde hoy y hasta el día de
mañana, en el Salón San José, de la Universidad Católica Argentina (UCA). Bajo
la moderación de Alejandro Nougués (Dow Agrosciences), la charla “El Niño
2009/10 y la Niña 2008/09: sus efectos sobre la agricultura argentina”, a cargo
de la especialista en cambio climático y agrometeorología del INTA, Graciela
Magrín, abordó las perspectivas climáticas que afrontará la oleaginosa la
próxima siembra, analizando lo que pasó con las lluvias y las temperaturas a lo
largo de la última década.
Si bien la experta indicó que la
variación de fases Niño/Niña es la clave para entender lo que sucede, no hay
que desatender las variaciones que se dan año a año dentro de la misma fase.
Magrín recordó que los efectos Niño/Niña son las fases extremas de la
modificación superficial de la temperatura de las aguas de las costas del
Pacífico. “Durante los años Niño, tenemos más posibilidad de lluvias en
noviembre, diciembre y marzo. Mientras en los años Niña, las precipitaciones
son menores, los inviernos muestran heladas prolongadas y los veranos son muy
calurosos”, explicó.
En ese contexto, “el girasol
tiende a tener rendimientos más bajos con el Niño y más altos con la Niña, de
manera inversa a lo que sucede con la soja y el maíz. Este un elemento a tener
en cuenta a la hora de decidir qué se hace”. En especial, en años como este,
cuando los especialistas insisten en que aún es necesario esperar un mes o un
poco más para poder definir con certeza si se tratará de un año Niña o un año
neutro.
Magrín resaltó que “en el caso
de las lluvias, en la fase vegetativa, cuanto más llueve, es más probable que
tengamos rendimientos elevados. En cambio, durante la fase reproductiva, sucede
lo contrario”. La especialista señaló que esto se debe a que cuando hay exceso
de agua, hay una reducción importante en el peso de grano. En ese
sentido, recalcó que “si tenemos en cuenta que enero es un mes peligroso por
exceso de lluvias, podemos llegar a tomar precauciones”.
Además de la incidencia del
Pacífico en las cosechas, Magrín aseguró que el Atlántico también influye, pero
con distintos efectos. “Hay una variación positiva cuando la temperatura del
Atlántico es elevada en marzo; si esto sucede, en la zona centro-norte es muy
probable que los rendimientos del girasol sean más elevados”, concluyó.
Girasol por ambientes
En la segunda charla, “Manejo
por ambientes en la producción de girasol”, el consultor privado Daniel
Martínez señaló que es necesario profundizar el estudio de las interrelaciones
entre las variables que definen el ambiente para mejorar el manejo agronómico.
Esas variables son la topografía, textura, profundidad efectiva de suelo, napa (profundidad y
calidad), manejo previo de los lotes y los ambientes, erosión y clima.
El disertante sostuvo que el “el
conocimiento de la capacidad productiva por ambientes nos permite acortar la
brecha entre el rendimiento potencial y el logrado a campo”, uno de los
objetivos principales de ASAGIR. En ese sentido, expresó que han desarrollado
un GIS en Castellano para organizar y recopilar la información, para luego
interpretarla. “El objetivo fue elaborar planes de manejo, conociendo y
analizando bien los ambientes que tenemos”, apuntó.
“Debemos conocer la dinámica y
la disponibilidad del agua para seguir adelante con este tipo de manejo”,
agregó Martínez.
Por otro lado, el especialista
destacó que “hoy tenemos la posibilidad de hacer fertilizaciones variables para
empezar a trabajar con eficiencia y mejorar la rentabilidad del cultivo”.
Finalmente, Martínez subrayó que
“el aporte de la genética a la oferta ambiental es imprescindible para lograr
objetivos superadores”.
Fuente: www.agrositio.com